Por un breve instante solo escuchaba un pitido. Después de la explosión me encontraba confuso, sin saber qué decidir. ¿Continuar esta miserable vida llena de infortunios o quedarme tumbado esperando a que los fríos brazos de la muerte me acogieran en su seno y elevarme así a la felicidad eterna? Opté por lo primero; quería luchar, sufrir, llorar, reír y emplear mi ultimo aliento para anunciar mi más profundo anhelo: ¡Quiero vivir!
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